Gracias Señor Jesús, por quedarte en medio de tu pueblo. Gracias mi Dios por quedarte accesible, tan cerca que podemos tocarte, mirarte, escucharte, saciar nuestra hambre, y beber de esa fuente divina que brota a cantaros... saciandonos de nuestra sed eterna... en el Misterio de la Eucaristía.
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