domingo, 6 de mayo de 2012

El Peligro de las ALABANZAS, Y LA COMPLACENCIA EN LAS MISMAS



El Peligro de las ALABANZAS, Y LA COMPLACENCIA EN LAS MISMAS… una buena tentación que en algún momento nos hace a todos caer
y perder a Dios






¡Qué bueno eres Dios mío…

imagen familia Pate
qué bueno eres!!!
¡Cuánto nos amas!!

Anoche terminadas mis oraciones de la noche, sentía ganas de recibir una palabra de mi Padre Celestial…que fuera  noticia para mi alma. A la verdad que sentía nostalgias de escuchar a mi Padre Dios… claro no es escuchar una voz alguna, sino recibir esa luz divina que ilumina el pensamiento y el alma. A la vez sentía que algo no andaba bien en mi interior…

Cerca de mí se encontraba el libro de Ejercicio de Perfección y Virtudes Cristianas, un libro que es muy utilizado por los miembros del Lumen Dei y de muchas comunidades religiosas y seglares.  Lo tome en mis manos y pensé de aquí voy a recibir eso que necesito en estos momentos y no sé lo que es…pero que apremia…

Ah… las cosas de Dios me maravillan al extremo que me enternecen sobremanera. ¡Oh mi Dios!..., ¡oh Padre Santo!!… siempre pendiente de tu pequeña, siempre dispuesto a desvelar los obstáculos, las pequeñas artimañas del enemigo de las almas que tienden para que tu pequeña caiga redondita enlodándose por el pecado  y alejándose de Ti… que eres la luz de mis ojos, el oxigeno espiritual que me sostiene… la razón de mi existir…y la de todos tus hijos.

Si algo bueno puedo reconocer en mí, es conocerme tal cual soy… saber que soy capaz de caer y olvidarme totalmente de Dios… que soy tan pobre y tan pequeña que fácilmente puedo entretenerme en las bagatelas del mundo y alejarme bastante o totalmente de Dios..;. ¿Puedo perderme?... puedo perderme… por eso trato siempre de estar en los brazos de mi Madrecita Celestial o agarrada de su manto sagrado… con Ella no me perderé… pero si me suelto de su mano…como tantas veces hago… un solo instante… pobre de mí… estoy perdida.

Mi Padre Amantísimo cariñosamente me hizo ver la sutil trampa que el enemigo de las almas tendía sobre mí… y como sin darme cuenta estaba parada ante ella, contemplándola sin percatarme de las consecuencias… de las heridas mortales que ella me iba a provocar si me dejaba seducir… cosa que creo estaba logrando… Mi Padre actuó en el acto… Mi Padre extendió su brazo y me hizo ver con sus ojos lo que había escondido detrás… Oh… Papaíto… gracias…gracias…gracias eternas… no me dejes nunca sin tu cuidado y tus amonestaciones… Papá tu me conoces… no me retires de tu mirada… que yo solo quiero estar contigo para toda la eternidad… que tu enemigo no me desvie de “casa” Papaíto… pero lo que mi Padre hace conmigo lo hace con todos sus hijos… con TODOS… sin distinción… porque Dios es Padre siempre.

En la página 988, en el último párrafo del libro, encontré esto: “…lo que nos avisa San Basilio y es también de los Santos Jerónimo, Agustino y Bernardo, que no oigamos de buena gana que otro nos alabe y diga bien de nosotros; porque en esto hay también grande peligro. (Oh que cierto es esto)  Dice San Ambrosio que cuando el demonio nos puede derribar con pusilanimidad y desmayo, procura derivarnos con presunción y soberbia; y cuando no nos puede derribar con deshonra, trata de que nos honren y alaben para derrocarnos por allí. Del bienaventurado San Pacomio se cuenta en su Vida que solía salir del monasterio e irse a partes más solitarias a orar, y  cuando volvía muchas veces venían los demonios; y como cuando viene un gran ejercito con un capitán con grande acompañamiento, iban delante, haciendo mucho estruendo , y como que hacían lugar y quitaban los impedimentos, iban diciendo: “Apartad, apartad, haced lugar, haced lugar, que viene el Santo,  el siervo de Dios” , para ver si podían por ahí levantarle y ensoberbecerle; y el ríase y hacia burla de ellos. Pues hacedlo vos así cuando oyeredes que os alaban, o cuando os vinieren pensamientos de vuestra estima. Haced cuenta que oís al demonio que os dice esas cosas, y reíos y haced burla de él, y así os librareis de esta tentación.”  (Se imaginan como he quedado…)

Dios mío… gracias…gracias…gracias… eternamente… tomare muy en cuenta este consejo divino… porque si Tú… Dios mío, no hubieses movido mi alma a sentir el deseo de recibir noticias tuyas y de abrir el libro jamás hubiera recibido estas gracias de pura misericordia para mí y para todos los que lean este escrito… que deseo ardientemente sea de gran provecho para todos nosotros, que vamos caminando por el camino de la santidad de “regreso a casa”.  ¡Oh Dios mío! que siempre todos tus hijos seamos dóciles a tus inspiraciones y nos dejemos mover sin negarnos nunca.

Esta mañana buscando la página que había leído para leer y meditar en ella y luego escribirla, mi mirada encontró otro detalle que alimenta mi alma de luz y de advertencia ante el peligro que puedo estar cometiendo sin saberlo. Dice así: “Sea lo primero no hablar palabras que puedan redundar en nuestra alabanza y estima. Como nos es natural este apetito de honra y estimación, y le tenemos tan arraigado en el corazón, casi sin sentir ni advertir en ello, se nos va la lengua a decir palabras que puedan redundar en nuestro loor, directa o indirectamente (Mt.12, 34)  [porque de la abundancia del corazón habla la boca]. En ofreciéndose alguna cosa honrosa, luego nos querríamos hacer parte en ella.  (…que peligro…Dios mío… que peligro.)

Dios mío… que mi forma de hablar provoque el camino equivocado de las alabanzas… en vez de volver todos la mirada a Dios y buscar a Dios deteniéndose en mirarlo y descubrirlo en sus hermosos detalles y perspectivas como una mina que entre más se saca mas queda por encontrar hermosos tesoros… Si mis pobres palabras me van a ser daño a mi misma y a los demás… simplemente cierro la computadora y adiós facebook y blogs, porque mi eternidad es mi mayor tesoro… perder a Dios... por mi propia causa… ni pensarlo y qué fácil es perderlo para siempre…en un segundo lo perdemos todo…TODO… hay que estar examinándonos constantemente para reconocer nuestros pasos desviados y volver a empezar.  

 Me humillo hasta el polvo reconociéndome públicamente tal cual soy… un alma llena de soberbia… engreída…y llena de maldad… que no ha sabido andar en pureza de intención y en pureza de humildad… pero no todo está perdido… como cierva veloz corro a los brazos de mi Madrecita… con Ella volveré a empezar… con Ella me acercare al confesionario… lavare mi alma en la fuente de la Divina Misericordia ahí en el confesionario… y comenzare de nuevo… porque Dios vale la pena… Cuantas veces caiga me levantare… correré a los brazos de mi Madre y volveré a empezar… hasta llegar al puerto seguro… de “regreso a casa.”

foto tomada por Brian Pate
Dios todopoderoso nos conceda a todos caminar por caminos de humildad y pureza de intención… que nada ni nadie… ni nosotros mismos… desviemos nuestros pasos de este camino de la humildad… Dios nos proteja siempre y la Mater nos ayude a llegar a feliz puerto de su mano... porque reconocemos que el camino está lleno de obstáculos: el enemigo de las almas, el mundo y nuestra concupiscencia son  los peores obstáculos que nos hacen desviarnos del camino de la santidad.

                                   

Desde la Soledad del Sagrario

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