sábado, 3 de marzo de 2012

A CORRER AL CONFESIONARIO




EN ESTA PRIMERA SEMANA
DE CUARESMA…
A CORRER AL CONFESIONARIO…


Cuando el alma necesita urgentemente un buen baño, corremos a toda prisa y sin demora al Tribunal de la Divina Misericordia… ahí en el confesionario, de rodillas ante el sacerdote de mi Cristo… con propósito de enmienda y grave arrepentimiento… vamos enumerando uno a uno nuestros pecados e ingratitudes… hechos con alevosía, premeditación, e ignorancia…

¡Oh!... ¡qué alivio tan palpable recibe nuestra alma! Cadenas que caen para siempre… dejándonos libre… sabrosamente libres de su peso y esclavitud. Libres de las tinieblas del pecado… de la obscuridad de conciencia… de dureza de corazon… libres de la manipulación del enemigo de las almas…

Ahí en el confesionario… en ese pequeño y trascendental acto realizado con fe y por la fe… hemos vuelto a iniciar nuestro camino a casa… Nos hemos bañado en la sangre de Cristo… nos hemos restaurado en la Sangre de Cristo… nos hemos liberado por la Sangre de Cristo… hemos vuelto a la amistad con el Padre Celestial desde la Sangre de Cristo… hemos vuelto a nacer a la gracia divina en la Sangre de Cristo… hemos vuelto a fortalecer nuestra voluntad enfermiza y débil en el poder de la Sangre de Cristo… hemos vuelto a brillar como templo del Espíritu Santo en la Sangre de Cristo.

Que perfume exquisito embriaga nuestra alma… perfume que como incienso sagrado sube al cielo impregnando todo el Altar Celestial… hoy hay fiesta en el cielo por causa nuestra… hoy somos la alegría y consuelo de Dios… hoy somos objeto del desborde de ternura de Nuestra Madre Celestial… hoy somos y nos sentimos de nuevo “hijos de Dios” rescatados por la Sangre Preciosísima de Jesucristo…. ¡Viva la Divina Misericordia en el sacramento de la penitencia!!! Solo la sabiduría de Dios podía regalarnos tan precioso regalo… un sacramento donde bañar nuestra alma de la mugre, del polvo, del lodo y estiércol causado por el pecado…

Gracias Padre Santo por ese derroche de Misericordia Divina para tan pobres pecadores… como somos tus hijos…


...Desde la Soledad del Sagrario...

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