sábado, 11 de febrero de 2012

“No te prometo que serás feliz en esta vida pero si en la otra”


La vida de santa Bernardet me llena de santo consuelo y a la vez de gran admiración… y un poco de temor. Acabo de ver la película sobre la vida de Santa Bernardet… la misma que he visto varias veces en mi corta y larga vida…  Sentimientos encontrados se mueven en mi alma.

Oh, hermana mía, cuanto sufrimiento has vivido… y que temple… que firmeza… que templanza. Es de admirar. Cuanto amor, cuanta delicadeza escondida en tu alma.

Te matriculastes en la escuela del sufrimiento donde se acrisolan las almas en el fuego del dolor físico y moral…donde se muere minuto a minuto al propio yo para vivir abrazada a la voluntad divina. ¡Hermana mía te amo!!

No dejo de pensar y meditar en esa escuela del sufrimiento donde las almas viven las experiencias que llevan a la verdadera santidad… donde solo se busca vivir para Dios en ese misterio que no se entiende pero que se acepta de todo corazón y con toda el alma.

Hermana mía sabes muy bien de esa pequeña o grande cruz que cuesta tanto y a la vez es tan liviana porque el amor de Dios la diviniza, la sostiene, la adorna. Cruz de dolor, cruz de humillaciones, cruz de soledades, cruz de incomprensiones, cruz misteriosa por su caudal de riquezas que tanto dolor lo convierte en el vestido más brillante y esplendoroso de santidad... esa que enamora a Dios y abre las puertas de su corazon divino. ¡Oh mi pequeña y grande hermana tu santidad brillan aun en el tiempo y en el espacio!!

En mi corazón busco la contestación y alcanzo a comprender que nuestro amado Jesús te ha dado a conocer, a vivir, a experimentar de su cruz, de su sufrimiento… es por eso que abrazándote a la cruz te dejas crucificar consolándote con las palabras de nuestra Santa Madre: “no te prometo la felicidad en esta vida pero si en la otra”.

Es conocido que el alma que se sabe llamada a vivir crucificada en este mundo… convierte ese sufrimiento en oración sublime…oración de ofrecimiento por la salvación de las almas tiene ganado el premio de la felicidad eterna. ¿Acaso no vale la pena? ¿Acaso no siente el alma esa santa alegría que brota de lo mas escondido del alma? ¿alegría? Oh si alegría… santa alegría porque el alma que se ofrece como víctima vive la alegría de los mártires que lo dan todo…TODO… su propia vida… por amor a Dios… por amor a las almas…

Oh hermana mía… quien pudiera tener tu entereza y decisión de vivir solo para el cielo dejándose crucificar con la infelicidad terrena para entrar a la vida eterna con el gozo de saberse que ha cumplido con la voluntad divina hasta las últimas consecuencias… con el gozo  de saberse liberada para siempre… con el gozo de verse envuelta en la alegría de los de “casa” que viene a recibirla con cantos y danzas… porque ha llegado a casa victoriosa… ha sido causa de la alegría del Padre Celestial… todos en casa están de fiesta. ¿Puede haber mayor felicidad?

Poder decir como Cristo “todo está cumplido”… “en tus manos entrego mi espíritu”… Bendita muerte… muerte de amor… muerte de gran consuelo para los hermanos que admirados podemos decir… “ha muerto una santa”…porque  ha cumplido plenamente la voluntad del Padre para alegría y gozo divino…


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