La vida de santa
Bernardet me llena de santo consuelo y a la vez de gran admiración… y un poco
de temor. Acabo de ver la película sobre la vida de Santa Bernardet… la misma
que he visto varias veces en mi corta y larga vida… Sentimientos encontrados se mueven en mi alma.
Oh, hermana mía, cuanto
sufrimiento has vivido… y que temple… que firmeza… que templanza. Es de
admirar. Cuanto amor, cuanta delicadeza escondida en tu alma.
Te matriculastes en la
escuela del sufrimiento donde se acrisolan las almas en el fuego del dolor físico
y moral…donde se muere minuto a minuto al propio yo para vivir abrazada a la
voluntad divina. ¡Hermana mía te amo!!
No dejo de pensar y
meditar en esa escuela del sufrimiento donde las almas viven las experiencias
que llevan a la verdadera santidad… donde solo se busca vivir para Dios en ese
misterio que no se entiende pero que se acepta de todo corazón y con toda el
alma.
Hermana mía sabes muy
bien de esa pequeña o grande cruz que cuesta tanto y a la vez es tan liviana
porque el amor de Dios la diviniza, la sostiene, la adorna. Cruz de dolor, cruz
de humillaciones, cruz de soledades, cruz de incomprensiones, cruz misteriosa
por su caudal de riquezas que tanto dolor lo convierte en el vestido más
brillante y esplendoroso de santidad... esa que enamora a Dios y abre las
puertas de su corazon divino. ¡Oh mi pequeña y grande hermana tu santidad
brillan aun en el tiempo y en el espacio!!
En mi corazón busco la contestación
y alcanzo a comprender que nuestro amado Jesús te ha dado a conocer, a vivir, a
experimentar de su cruz, de su sufrimiento… es por eso que abrazándote a la
cruz te dejas crucificar consolándote con las palabras de nuestra Santa Madre: “no
te prometo la felicidad en esta vida pero si en la otra”.
Es conocido que el alma
que se sabe llamada a vivir crucificada en este mundo… convierte ese
sufrimiento en oración sublime…oración de ofrecimiento por la salvación de las
almas tiene ganado el premio de la felicidad eterna. ¿Acaso no vale la pena? ¿Acaso
no siente el alma esa santa alegría que brota de lo mas escondido del alma? ¿alegría?
Oh si alegría… santa alegría porque el alma que se ofrece como víctima vive la alegría
de los mártires que lo dan todo…TODO… su propia vida… por amor a Dios… por amor
a las almas…
Oh hermana mía… quien
pudiera tener tu entereza y decisión de vivir solo para el cielo dejándose crucificar
con la infelicidad terrena para entrar a la vida eterna con el gozo de saberse
que ha cumplido con la voluntad divina hasta las últimas consecuencias… con el
gozo de saberse liberada para siempre…
con el gozo de verse envuelta en la alegría de los de “casa” que viene a
recibirla con cantos y danzas… porque ha llegado a casa victoriosa… ha sido
causa de la alegría del Padre Celestial… todos en casa están de fiesta. ¿Puede
haber mayor felicidad?
Poder decir como Cristo “todo
está cumplido”… “en tus manos entrego mi espíritu”… Bendita muerte… muerte de
amor… muerte de gran consuelo para los hermanos que admirados podemos decir… “ha
muerto una santa”…porque ha cumplido
plenamente la voluntad del Padre para alegría y gozo divino…
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