A veces es tan difícil de aceptar… humanamente la
rechazamos con toda la pasión que podemos sentir. He aquí cuando la fe viene a socorrernos. He aquí
cuando la mirada de nuestra fe se refugia en ese rostro amado lleno de dolor y
solo podemos decir “Hágase Señor, según tu voluntad.”
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La Cruz de la enfermedad que nos ata muchas veces a una cama,
o a una silla de ruedas… o a un andador que torpemente vamos guiando… es nuestro
medio para ganarnos el cielo… para prepararnos debidamente y santamente para
ese viaje de “regreso a casa”.
La Cruz de la enfermedad… riqueza incalculable de valor
infinito… que compra la liberación de tantas almas en pecado, que fortalece voluntades
débiles e intermisas, que levantan almas del cautiverio, que sana las almas del
miedo al compromiso, del miedo a darse totalmente a Dios…que ayuda a otras en
su camino a la santidad.
La Cruz de la enfermedad… unida a la Pasión de Cristo… ¡que
diferencia tan grande!!… donde el alma se vuelve libre para volar a grados
insospechados de caridad… donde el alma remonta el vuelo de la unión con Dios…
al sentirse totalmente dependiente de Dios… donde el alma solo quiere gustar
del consuelo divino y trabajar desde la Cruz para pagar con un poquito de amor tanta bondad y tanto amor
gratuito de Dios para con tan pobre pecador.
El alma que se deja crucificar en el madero de la cruz de
la enfermedad, aceptando su suerte, visualizando su nuevo apostolado de amor,
de donación, de víctima por amor a Dios… y ¿por qué no?… de víctima de la
misericordiosa justicia divina… el alma se llena de una santa alegría que brota
como manantial desde el interior y se manifiesta en su mirada, en su rostro, en
el tono de sus palabras… alegría incomprensible para los que los que la acompañan,
para los que la ven y no entienden que Dios lo llena todo… allí donde la salud
desaparece Dios aparece de una forma incomprensible, inimaginable pero
gustosamente sabrosa para el enfermo que se da a manos llenas a la voluntad
divina.
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“Señor… que me deje crucificar a tu gusto en la cruz de
la enfermedad… solo te pido déjame ayudarte en la salvación de los pobres
pecadores.”
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