sábado, 4 de febrero de 2012

LA NUEVA EVANGELIZACION


Mientras voy trabajando van llegando las ideas, pequeñas frases, temas, imágenes mentales… es curioso que siempre suceda mientras voy realizando mis quehaceres y deberes diarios.

Sí, viene a mi miente la Nueva Evangelización…hermoso regalo del cielo… de nuestra Iglesia… compartir la evangelización con los seglares, con el pueblo de Dios… darle al pueblo de Dios esa amorosa encomienda de llevar el corazón de Dios a los habitantes del mundo. Bien aprovechada cuánto se puede hacer.

¡Oh, sí…sí…! ¡Oh! como me entusiasma el pensarlo. Y es porque hay  tantas almas que podemos salvar, enamorar, entusiasmar,  devolver al verdadero redil simplemente con mostrarles nuestra atención, nuestra amistad, nuestro interés en escucharlos… ganándonos para Dios… Porque en ese momento deben ver a Dios en todo nuestro ser… en nuestras palabras, en nuestra mirada, en nuestra alegría espontanea y de corazon, en nuestra postura como ferviente enamorado de nuestra Iglesia, en nuestra virtud probada exquisitamente y resaltada victoriosamente ahí en medio del mundo, congruentes a la moral y doctrina de la Iglesia, sin dejarse arrastrar por las corrientes anticristianas tan bien disfrazadas al gusto de seducir al más incauto.    

Oh, sí, Madre mía, es verdad que el seglar puede llegar donde el consagrado no puede llegar. Moviéndose  entre las almas que tanto necesitan ver brillar la luz en medio de las tinieblas que cubren a la humanidad. Ver y palpar testigos vivos del Amor de Dios y de la Voluntad Divina.  

Mientras sigo trabajando sigo pensando en la idea. ¡Oh Madrecita!!..., como me enamora la idea de ver a nuestro pueblo dando testimonio primero con la vida, con el ejemplo plasmado de un buen cristiano, y luego con la palabra en el momento justo, en el momento adecuado, en el momento más necesario. 

Tú sabes, muy bien Madre mía que a veces cometemos la imprudencia de hablar fuera de tiempo… y en vez de atraer se ahuyenta la persona.  Oh, Madre mía, pienso que un poco de miel dada a través de nuestro compartir con los demás, de nuestra amabilidad y buen humor… a lo Dios… atrae más que todos los sermones del mundo. Eso, Madre, a lo San Juan Bosco. Qué bien sabía y conocía este santo la gracia de atraer y dejar en tus manos de Madre mía  a los tantos miles de jovencitos… provocando en ellos el deseo de santidad. 



Oh, Señor, no puedo evitar detenerme un momento para pedirte con todo mi corazón: “Señor, que tus nuevos evangelizadores sean a tu gusto, con la profundidad de amor que Tú requieres, con la donación de sus vidas como Tú pides,  y la entereza en la fe, moral y doctrina de la Iglesia, abrazados a tu voluntad divina como Tú esperas. Bendice a tus nuevos evangelizadores en la Nueva Evangelización con la gracia de la santidad… porque solo los santos pueden conocer, vivir, amar y dar  tu Corazón a las almas como Tú te das a todos.




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