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Era tarde… muy tarde para esta familia joven con una niña de dos años. La
joven esposa solía discutir día y noche con su joven esposo. La vecina
inmediata escuchaba lo mucho que peleaba pues gritaba no hablaba. El joven
esposo nunca se le escuchaba decir palabra alguna, no se escuchaba defenderse
de las acusaciones de su joven esposa.
Un hogar lleno de infelicidad. Donde el joven esposo no encontraba paz en
su hogar pues su joven esposa no estaba conforme con nada de lo que él hacía
para la familia.
Su casa humilde pero llena de detalles, bonita, bien construida. Su esposo había
tenido buen gusto y delicadeza al hacerla…pero no había felicidad en el hogar.
El sol divino no brillaba en medio del hogar que un día se habían decidido
formar con tanta ilusión.
No era una pareja de Iglesia. No era costumbre para la pareja visitar la
Iglesia, acudir al sacerdote en busca de ayuda. O buscar ayuda en un
profesional de la salud.
Ayer el joven esposo cansado de tantas peleas busco la solución
más peligrosa para la eternidad. Llego del trabajo y su joven esposa le había recogido
toda su ropa para que se fuera del hogar. Fue la gota que derramo el vaso lleno
a capacidad. ¿Se cegó?… ¿Dolor? ¿Herido? ¿Cansado? ¿La ira lo invadió? Se
escucharon los gritos de la joven esposa que esta vez gritaba por su vida. Se
escucharon los gritos de la niña de dos años que todo lo vio. Se escucho el
silencio… corrieron a la casa y encontraron a la joven esposa muerta y la niña
llorando a su lado.
El joven esposo salió de la casa y cerca muy cerca decidió atentar contra
su vida logrando su propósito. Creyó
acabar con la infelicidad de tantos días, meses, años…pero no sabía que podía amenazar
su felicidad eterna con sus decisiones.
Nos preguntamos y no encontramos respuesta… ¿Por qué no busco ayuda? ¿Por
qué los vecinos no buscaron ayuda? ¿Por qué los vecinos cristianos no fueron a
evangelizar ayudándoles a conocer el amor de Dios; llevándoles a visitar la
Iglesia; dando a conocer la Palabra Divina; dando a conocer al sacerdote lo que
sucedía en el hogar? ¿Por qué la familia no se movió a tiempo?
Dios es Dios. Dios ve en los corazones. Dios conoce lo que no conocemos.
Pero qué tristeza que existan familias que terminen así.
Cuando no se conoce a Dios y no se tiene a Dios en el corazón se toman
decisiones que sus consecuencias son irreparables. Cuando el ser humano conoce a Dios, y posee a
Dios en su corazón siempre está en disposición de vivir agradando a Dios, y
cumpliendo perfectamente la voluntad divina, busca en todo momento conocer sus
defectos y trabajar para aumentar las virtudes que vencen esos defectos. Buscan
hacer el bien siempre, sacrificándose por los suyos, por los demás con alegría
y suma caridad. Matrimonios con Dios en el corazón caminan por senderos de
santidad, la alegría en su vida es abundante. Sus hogares están cimentados en
la felicidad porque Dios habita en medio del hogar.
Oh, Madre mía, que tristeza inmensa siente mi alma por esta joven pareja
que no supieron reconocer la necesidad de ayuda, la ayuda de Dios, la ayuda del
sacerdote, la ayuda de los hermanos. ¿Qué será de esta niña de dos años que ha
vivido tan dolorosa experiencia? Madre mía, protégela. Regálale un hogar lleno
de amor, lleno del amor de Dios, lleno de alegría, donde pueda crecer en un
ambiente sano y conocer la verdadera felicidad esa que poseen las almas cuando
Dios habita en sus corazones. Gracias Madre por cobijarla, por todo lo que
haces por ella.
Madre ten compasión de la familia de estos dos jóvenes. Que esta dolorosa
experiencia sea un despertar para todos. Un despertar en deseos y obras de
ayudar evangelizando allí, en los hogares donde Dios no habita y sí habita la
infelicidad y la violencia.
Misericordia, Dios mío, para las familias que no te conocen. Que puedas
llegar a todos los hogares donde urge tu presencia, tu amor, tu comprensión, tu
obrar. Padre, confió en Ti, lo espero todo de Ti.
La pequeña de Dios
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