En pocas palabras es tener nuestra carne clavada en un madero de gracia, es decir que ahora Dios me ha dado el dominio propio para decir NO al pecado y SI a la santidad. Crucificar nuestra carne es no darle oportunidad de caer, sino evitar a toda costa ceder a sus deseos mas arraigados.
Desde la Soledad del Sagrario
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