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Dos enamorados pasa
largo tiempo mirándose y suspirando... el uno por el otro… solo eso… y el
tiempo pasa… y los enamorados no se dan cuenta… entre mas se miran… mas
suspiran… es el lenguaje mas elocuente donde las palabras sobran…
Si, las palabras sobran…El Dulce Huésped del
Sagrario y el alma de adoración les pasa
lo mismo… Él mira al alma… el alma le mira… el corazón
habla… la mirada habla… el silencio habla… todo habla de amor…y entre mas se
miran… mas suspiros… suspirando el uno por el otro… la nada por el TODO.. el
TODO por la nada… El Que Es por la que no es…la que no es por El Que Es… y el
tiempo pasa… y para ellos parece un simple instante que ha pasado porque el
amor no lleva cuentas de tiempo… el amor del Divino Enamorado regala alas al
alma de adoración, alas de libertad para volar hacia alturas inimaginables de
intimidades con el Amado.
Y es que hay una
corriente de Amor de Él para el alma… del alma para Él… una corriente de Amor
que es fuego que quema, fuego que provoca más amor… se siente sin sentir nada…
se percibe sin percibir nada… es una locura de amor… Su mirada elocuente…
tierna… ardiente… intensa… y a la vez no vez nada, no sientes nada… porque es el alma quien
siente, quien percibe… la paz divina te llena… una paz que si es palpable… una
paz que te lleva a gustar pasar más tiempo a sus pies… a los pies del Sagrario…
Y es que el
Sagrario se vuelve un imán que atrae irresistiblemente… que una vez ha gustado
del Divino Amado no puedes ya dejarlo…
no puede renunciar a esa cita de Amor con el Enamorado de las almas…
Aun en los momentos
de sequedad, de oscuridad… aun en esos momentos… brilla con mas esplendor la
llamada divina a estar a sus pies… sin ver, viéndolo todo… sin escuchar,
escucharlo todo… sin sentir, sintiéndolo todo… porque el Enamorado de las almas
sabe cómo hacerse encontrar… cómo hacer para que la mirada del alma se
enternezca con su mirada divina…
Dos enamorados no
se dicen nada… y se dicen tanto en ese silencio… en esa mirada de fuego… en ese
estar uno frente al otro… suspirando y amando…
Pero hay momentos
en que el alma necesita hablar, necesita desahogarse, necesita expresar su amor…
y es aquí cuando el Enamorado de las almas, permanece encantado escuchándola, acariciándola
con ese silencio elocuente que habla más que las palabras…
Estar ante el
Prisionero del Sagrario… es estar ante la fuente de nuestra felicidad eterna…
es llenar el alma de esa felicidad que es el mismo Dios… quien acude a la cita
con el Amado Divino nunca sale con las
manos vacías, ni el corazón frio… porque el Amado de las Almas sabe cómo darse
a manos llenas a las almas que dócilmente van buscándole para amarlo y dejarse
amar por Él…
¡Bendito sea Dios en cada adorador!!
Desde la Soledad del Sagrario
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