domingo, 24 de febrero de 2013

Con los brazos abiertos de par en par

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Frente al Dios de la Misericordia… el Dios que bendice a la Iglesia … el Dios que se hace presente… que llega a toda la Iglesia Universal, en la persona del Santo Padre…

Y vemos al Santo Padre…

Con los brazos abiertos. Si. Con los brazos abiertos de par en par,  para que todos encuentren un lugar en su corazón.

Con los brazos abiertos y la sonrisa amplia en el rostro denotando la alegría de un Santo Padre que se encuentra con sus hijos.

Con los brazos abiertos para plasmar, con mayor énfasis,  lo que su corazón vive, siente y quiere hacerles conocer a sus hijos… un Santo Padre, que desea abrazar a cada hijo y decirle “estoy contigo”, “te entiendo, te comprendo”.  

Un Santo Padre que quiere en ese abrazo consolar a sus hijos débiles, enfermos, necesitados, darle su apoyo incondicional… que sus hijos sientan que el Santo Padre está cercano a ellos, que no están solos, que él ha venido a estar con ellos.

Brazos abiertos de par en par…recibiéndolos a todos en su corazón de padre, a los hijos de la Iglesia, a los que rechazan a la Iglesia, a los que le aman, a los que le odian, a los que le escuchan y aprenden, a los que escuchan y atacan, a los que le respetan y veneran, a los que se burlan abiertamente de él… a todos los recibe en su corazón… a todos bendice… por todos ora… por todos intercede… por todos pide intensamente ante el Dios de la vida…a todos coloca en el Corazón Inmaculado de la madre bendita.

El Santo Padre conoce su vocación, vocación  que recibe de Dios, con una aceptación humilde y plena… reconoce su misión apostólica… reconoce su lugar como sucesor de Pedro, llevando a la orilla celestial al rebaño “Iglesia”.

Sabe de la alegría y los sinsabores de su vocación… conoce de lágrimas, dolores y cruces… conoce de alegrías  pequeñas y grandes que provocan los hijos fieles…

Él lleva el timón de la barca de Pedro… con entusiasmo, con alegría, con decisión, con valentía, mirando siempre la meta… buscando siempre la mirada de Dios… la voz de Dios que le da las directrices necesarias…sin miedo, enfrentando valientemente y sabiamente los conflictos que la descendencia de Judas, o las flaquezas humanas  provoca a la Iglesia…buscando respuestas y soluciones a las mismas.

Y en ese entusiasmo de llevar la barca de Pedro… surgen noticias que toman con prudencia, con mucha prudencia…las noticias de su propio cuerpo, por la edad, por la enfermedad.

Él sabe…y porque sabe y esta consiente de la Voluntad Divina acepta sus limitaciones, acepta su incapacidad física para seguir guiando el timón de la Iglesia. Reconoce cual es la decisión que mayor beneficio otorga a la Iglesia Universal… y da el paso… sin titubear… sin temblarle la mano… luego de consultar con Dios en el silencio, en la intimidad, en ese “cara a cara” con el Dios Amigo, el Dios que lo ha elegido y que lo conoce perfectamente.  

Y ese paso lo da libremente, sin las ataduras del qué dirán,  solo sopesando lo único importante: el bienestar de la Iglesia… y Dios le escucha… Dios acepta… Dios le consuela… Dios prepara todo…

Entonces, ¿por qué temer? ¿Por qué querer ver tinieblas y noches de espanto en algo que sencillamente claro?  El Santo Padre es anciano, enfermo… no hay ninguna agenda escondida,

Está bien que los de “afuera” hagan todo un espectáculo de argumentos llenos de mala intención y destrucción hacia la Iglesia, atacando al Santo Padre… pero que los de “adentro” sean los primeros en usar argumentos que socaban la paz, y las verdaderas intenciones del Santo Padre… desempolvando profecías antiguas, nuevas y futuras sobre calamidades, tragedias y oscuridad en la elección del nuevo pontífice.

 ¿Acaso olvidan que las mejores profecías son los acontecimientos diarios del mundo?… olvidan leer en esos acontecimientos mundiales, la verdadera tragedia que el mismo hombre está construyendo contra la Iglesia, contra la humanidad, contra el futuro de las nuevas generaciones.  

No se dan cuenta de las tinieblas densas y oscuras que nos arropan cada vez más, y llevan el nombre de “aborto”, “eutanasia”, “destrucción de la familia y el matrimonio como Dios lo ha pensado”, la nueva educación escolar a los niños, especialmente a los más  pequeños, arrancando de ellos la moral, las virtudes verdaderas a vivir, la fe, la sanas costumbres, por nuevas modalidades que atacan la salud física, mental y espiritual de los niños…

No se dan cuenta de los acontecimientos cada vez en mayor manifestación de una sociedad que inicia destituir a Dios del centro de la sociedad, del centro de nuestras vidas.  Convirtiendo la fe en el ámbito cerrado de los dormitorios del hogar, porque ni siquiera en la sala, o en el patio, puede haber algún objeto que manifieste públicamente nuestra fe.

 Las tinieblas caen sobre el mundo, no porque el Santo Padre elegido sea no agradable a Dios, o el último en la lista de los pontífices,  sino, porque los hombres han legislado una cultura de muerte universal… esa es la verdadera tragedia de nuestros días…esas son las verdaderas tinieblas de oscuridad… desterrar la fe en los hombres… desterrar la religión de nuestra sociedad.  

El llamado, de Benedicto XVI, a los católicos,  a regresar a una vivencia real, viva, fuerte, brillante, contagiante, de  una verdadera fe,  es un llamado de emergencia por los acontecimientos que se están dando.  Es un llamado apremiante, urgente, para mantener en pie, la barca de la Iglesia que navega  por las aguas de las turbulencias de un mundo que camina hacia la muerte.

La verdadera profecía, es la persecución de la Iglesia… y ¿no lo estamos viviendo acaso? No hay países donde los cristianos son mártires por la fe… Acaso no han iniciado algunos países leyes  que obligan a los creyentes a no manifestar su fe públicamente y mucho menos hablar de ella, en aras de proteger los derechos y la sensibilidad  de los no creyentes? ¿No han manifestando algunos  líderes que gobiernan nuestros países, que la fe se viven en la intimidad del hogar?

Por otro lado, ese mismo mundo que destierra a Dios de la sociedad, presenta como alternativa “la superstición” para sustituir la fe en el hombre…por la vana soberbia.  Donde, como en ataño, se le propone al hombre que la idea de que es dios… que todo lo puede arreglar  si trabaja con su  autoestima; con el poder de la mente; con el positivismo, como herramienta imprescindible para el éxito, para la gloria, para la felicidad, y otras tantas cosas que van alejando a Dios de la mente, del corazón, de la voluntad y de la vida del hombre.   

Se nos habla de   energías,  tanto del cuerpo como del cosmos, que nos  pueden resolver nuestros muchos problemas.

Es esta una verdadera oscuridad densa que esta arropando el mundo, los hogares, las mentes de los que sin prevenir se dejan engañar por doctrinas atrayentes y prometedoras.

Esto es lo que acontece día a día en nuestra sociedad actual, por los medios de comunicación que se prestan para re-educar a la sociedad en este nuevo modo de vivir sin Dios…hablándonos de un dios que no es nuestro Dios…llevándonos a aceptar lo malo como bueno y lo bueno como malo… el pecado como algo dignificante y la virtud y la moral como algo deshumanizante.

Por eso es tan importante, hoy en día, tomar las riendas de nuestra fe… aumentándola, haciéndola crecer vigorosamente, desde la oración, desde el cultivo de la virtud, desde la recepción de los sacramentos hechos con plena conciencia y con frecuencia, con el estudio perseverante del Nuevo Catecismo que nos dejo Juan Pablo II, de las Sagradas Escrituras, al margen de la interpretación que nos ofrece el Magisterio de la Iglesia, con la lectura meditada, desmenuzada de las encíclicas y exhortaciones papales… de los escritos de los últimos Santos Padres de nuestra Iglesia… con la lectura de la vida de los Santos, que es como echarle leña al fuego de la fe en nuestras vidas…

Esto es lo que nos pide el Santo Padre Benedicto XVI, ser coherentes con nuestra fe y nuestra vida… ser testigos vivos del Amor de Dios…que quienes nos miran se encuentre con Cristo…con la Mater… con la caridad perfecta de los hermanos que se aman como Dios nos ama…

De esto es de lo que nos tenemos que preocupar… de no perder la fe… de prepararnos si nos toca vivir el martirio por nuestro amor a Dios… a la Iglesia… ¿Estamos preparados?
 

Desde la Soledad del Sagrario.

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