sábado, 1 de diciembre de 2012

¿El demonio reconociendo a la Inmaculada? Pues sí, y aquí está la prueba ineludible…porque Dios así lo quiso…



 
POESÍA DEL DEMONIO A LA INMACULADA

imagen de la web
 
Hasta los demonios reconocen a la Llena de gracia.
 

En el año 1823 en Ariano de Puglia, provincia de Avellino (Italia), un niño de doce años, analfabeta, fue misteriosamente poseído por el demonio. Después de un largo camino, y habiendo obtenido permiso del obispo, se recurrió a los exorcismos. Dos célebres predicadores, los padres dominicos Gassiti y Pignataro, que estaban de misiones en esa zona, le ordenaron a Satanás, en nombre de Dios, probar teológicamente, con un soneto de rimas obligadas, la doctrina de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, cuestión muy debatida en esos tiempos. 

Bajo el poder del exorcismo, y para sorpresa de todos y gloria de Dios, el pequeño endemoniado pronunció el siguiente soneto: 

Verdadera Madre soy yo de un Dios que es Hijo
Y soy su hija, aunque también su Madre;
Ab eterno nació él y es mi hijo,
En el tiempo nací yo, pero le soy Madre. 
 
El es mi Creador y es mi hijo,
Soy su creatura y le soy Madre.
Fue prodigio divino el ser mi hijo
Un Dios eterno que me tiene por Madre. 
 
El ser casi es común entre madre e hijo
Porque el ser del hijo tuvo la madre
Y el ser de la madre tuvo también el hijo. 
 
Pues si el ser del hijo tuvo la madre
O se dirá que fue manchado el hijo
O sin mancha tiene que ser la madre. 
 

Treinta años después, en 1854, el Papa Beato Pío IX promulgaba solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción. En el mismo año le presentaron al “Pontífice de la Inmaculada” el soneto improvisado en el infierno en honor a María. Quedó conmovido y maravillado por los versos tan teológicamente exactos, compuestos por el singular poeta. 

"El privilegio de ser preservada del pecado original significa que ella es la primera redimida por su Hijo. Su sublime belleza, reflejo de la de Cristo, es para todos los creyentes prenda de la victoria de la gracia divina sobre el pecado y la muerte. La Inmaculada Concepción aparece como un faro de luz para la humanidad de todos los tiempos. Al inicio del tercer milenio, nos orienta a creer y esperar en Dios, en su salvación y en la vida eterna. Ilumina en particular el camino de la Iglesia comprometida en la nueva evangelización." (Juan Pablo II, 2004)  

(Tomado del libro: “EL DIABLO... existe y se puede reconocerlo” de Monseñor Corrado Balducci: quien a su vez lo tomó de la revista El Amigo del Pueblo (Chieti , 1, 1949,1, 1955, XXXIV, 3) y de “La voz de Pío IX” (Roma, 1, 1955,II,12)
 

P. Antonio Ofray

 

 

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