POESÍA DEL DEMONIO A LA INMACULADA
Hasta los demonios reconocen a la Llena de gracia.
En el año 1823 en Ariano de Puglia, provincia de
Avellino (Italia), un niño de doce años, analfabeta, fue misteriosamente
poseído por el demonio. Después de un largo camino, y habiendo obtenido permiso
del obispo, se recurrió a los exorcismos. Dos célebres predicadores, los padres
dominicos Gassiti y Pignataro, que estaban de misiones en esa zona, le
ordenaron a Satanás, en nombre de Dios, probar teológicamente, con un soneto de
rimas obligadas, la doctrina de la Inmaculada Concepción de la Virgen María,
cuestión muy debatida en esos tiempos.
Bajo el poder del exorcismo, y
para sorpresa de todos y gloria de Dios, el pequeño endemoniado pronunció el
siguiente soneto:
Verdadera Madre
soy yo de un Dios que es Hijo
Y soy su hija,
aunque también su Madre;
Ab eterno nació él
y es mi hijo,
En el tiempo nací
yo, pero le soy Madre.
El es mi Creador y
es mi hijo,
Soy su creatura y
le soy Madre.
Fue prodigio
divino el ser mi hijo
Un Dios eterno que
me tiene por Madre.
El ser casi es
común entre madre e hijo
Porque el ser del
hijo tuvo la madre
Y el ser de la
madre tuvo también el hijo.
Pues si el ser del
hijo tuvo la madre
O se dirá que fue
manchado el hijo
O sin mancha tiene
que ser la madre.
Treinta años después, en 1854, el Papa Beato Pío
IX promulgaba solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción. En el mismo
año le presentaron al “Pontífice de la Inmaculada” el soneto improvisado en el
infierno en honor a María. Quedó conmovido y maravillado por los versos tan
teológicamente exactos, compuestos por el singular poeta.
"El privilegio de ser
preservada del pecado original significa que ella es la primera redimida por su
Hijo. Su sublime belleza, reflejo de la de Cristo, es para todos los creyentes
prenda de la victoria de la gracia divina sobre el pecado y la muerte. La
Inmaculada Concepción aparece como un faro de luz para la humanidad de todos
los tiempos. Al inicio del tercer milenio, nos orienta a creer y esperar en
Dios, en su salvación y en la vida eterna. Ilumina en particular el
camino de la Iglesia comprometida en la nueva evangelización." (Juan Pablo
II, 2004)
(Tomado del libro: “EL DIABLO... existe y se puede
reconocerlo” de Monseñor Corrado Balducci: quien a su vez lo tomó de la revista
El Amigo del Pueblo (Chieti , 1, 1949,1, 1955, XXXIV, 3) y de “La voz de Pío
IX” (Roma, 1, 1955,II,12)
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