lunes, 16 de julio de 2012

¿Leer?... ¿para qué?


¿Leer?... ¿para qué?



¿Quieres ser Santo(a)?  ¿Quieres alcanzar la felicidad eterna? ¿Deseas vivir una intimidad sabrosa con el Dios de la Misericordia? ¿Te imaginas siendo íntimo amigo de Dios… confidente del Señor del Sagrario?  Y que tal conocer con mayor intimidad el Corazón de la Santísima Virgen María… como Ella ama… como Ella ora… como Ella intercede… como Ella regala las gracias que administra?  ¿Quieres conocer los planes hermosos que Dios y la Mater tienen contigo? ¿Quieres conocer nuestra Iglesia… nuestra fe… para poder vivirla seriamente y gustosamente?

Aprende a cultivar el gusto por la lectura… sea una lectura larga como una encíclica papal… sea una lectura corta como una reflexión o una oración… no importa… lo que importa es el contenido. 

Para conocer sobre un tema hay que estudiar todo lo referente a ese tema… si quieres tener  un conocimiento verdadero.

Para ser un verdadero católico tienes que estudiar… leer buenos libros que te abran el horizonte de tu pobre conocimiento, que te lleven a pensar, meditar, analizar y aplicar viviendo como un verdadero católico.

Para ayudarte dejo en tus manos estos tres libros que si quieres puedes conseguir.  Poco a poco iré aumentando la lista de libros que te puedan ayudar. 

Animo… a levantarse…a iniciarse o seguir aprendiendo a ser un verdadero católico… a ser un santo de verdad…

Un saludo desde la Soledad del Sagrario


Para crecer en la perfeccion de la virtud
        Libro para conocer íntimamente a Cristo,
escrito de una forma amena y muy consoladora
para el alma.


































libro muy querido por la familia de Schoenstatt
sobre la vida de su fundador Padre José Kentenich








1 comentario:

  1. No solamente leer necesitamos, meditar la vida y doctrina de los Santos Padres, San Alfonso María de Ligorio, San Antonio María Claret, San Juan Bosco, además, recomendaba las lecturas espirituales.

    Necesitamos ir regando nuestro espíritu, sembrar la semilla de la verdad para crecer espiritualmente, y fortalecernos en Cristo Jesús.

    A mí me ha ayudado a cambiar mi forma de pensar. En mis pensamientos, estaba convencido de tal cosa, empiezo a leer a nuestro querido Benedicto XVI, y aquello en que creía, lo cambié, pues creí más al Sucesor de Pedro que a mis propios pensamientos e ideas totalmente erróneas, Si nos creemos que no necesitamos de nadie para ir avanzando, estamos cayendo hacia abajo. Pero el Señor viene inmediatamente a salvarnos por medio del Magisterio de la Iglesia Católica.

    En este pasaje:
    «Inmediatamente, por la noche, los hermanos enviaron hacia Berea a Pablo y Silas. Ellos, al llegar allí, se fueron a la sinagoga de los judíos. Estos eran de un natural mejor que los de Tesalónica, y aceptaron la palabra de todo corazón. Diariamente examinaban las Escrituras para ver si las cosas eran así. Creyeron, pues, muchos de ellos y, entre los griegos, mujeres distinguidas y no pocos hombres.» (Hechos de los Apóstoles, 17, 10-12)

    Diariamente examinaban las Escrituras, También el Apóstol Timoteo como San Pablo eran grandes conocedores de la Palabra de Dios, San Timoteo lo había aprendido desde su niñez: «Tú, en cambio, persevera en lo que aprendiste y en lo que creíste, teniendo presente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces las Sagradas Letras, que pueden darte la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús.» (2 Tm 3, 14-15)


    Hasta Jesús nuestro Señor ve necesario que aprendamos atentamente las Sagradas Escrituras, ya que en ellas encontramos el camino de la paz y la verdad, que es Cristo: (cfr. Jn 5, 39). Y no digamos las enseñanzas de nuestros queridos Papas, no cesan de hablarnos de Jesús, y esto nos alegra, las enseñanzas de la Iglesia Católica nos encamina hacia la salvación eterna. Y por eso, además del Sucesor de Pedro, hay sacerdotes, obispos, cardenales, religiosos y religiosas, que también nos invita a la lectura del Catecismo de la Iglesia Católica. ¿Por qué lo hacen?, porque se han hecho uno en Cristo Jesús.

    Estar enamorado de la Palabra de Dios, el alma no le cuesta guardarlo dentro de sí, porque ahí está la vida. Son muchos santos, que no teniendo en su vida, más que un solo libro, la Biblia, San Francisco de Asís, San Atanasio, y otros muchos, memorizaron las Sagradas Escrituras, las sabían de memoria.
    No una vez, ni dos ni tres, sino muchas veces me he leído la Santa Biblia, y siempre que lo hago, encuentro nuevos caminos de luz y belleza, pero sobre todo, en el Nuevo Testamento.

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