viernes, 22 de agosto de 2014

Quiero ser santa, pero no sé cómo hacer


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<<Quiero ser santa, pero no sé cómo hacer para lograrlo.>>
He recibido esta confidencia de un alma sumamente enamorada de Dios.
Cuanta alegría me causa sus palabras y cuanto dolor, también, me causa conocer la falta de sacerdotes santos.
Un sacerdote santo procurara siempre, siempre, despertar el deseo de la santidad de sus feligreses. Celoso de los intereses de Dios, que son las almas, trabaja incansablemente, por conquistar las almas para la santidad.
Un sacerdote santo, guía y dirige a las almas por el camino de la santidad, conociendo por dónde va el Espíritu Santo en cada alma… las guía con suavidad pero con firmeza, con entusiasmo pero con santa prudencia…, hasta dejarlas sumergidas en el horno purificador de ese Amor divino, quien encendiéndolas, las eleva a alturas insospechadas de santidad. 
Mas esta alma confidente va a la deriva, no hay una mano consagrada, un sacerdote santo que la guie, encendiendo la luz en medio de la oscuridad para esta “enamorada” de Dios.
Por tal razón, y sin querer usurpar el lugar del sacerdote, pues nadie como un sacerdote santo, me acerco para esbozar unas pequeñas y pobrísimas pinceladas, que quizás, iluminen tu corazón en lo que, nuestro buen Dios, te concede la santa alegría, de un sacerdote santo que te dirija. Quizás también pueda ayudar a alguna alma que está en la misma situación.
Hijita, en mis pequeñas y pobrísimas palabras voy a exponerte lo que creo deberías procurar, para alcanzar, dar los primeros pasos por el camino de la santidad. Tratare de no cansarte mucho, aunque te confieso, será un poco extensa la exposición de mis ideas.
Hijita, lo primero es amar a Dios. Hay que procurar amarle con toda el alma. Pero has de saber que por una misma, nada se puede, nada se logra. Por tal razón hay que pedir y no cansarnos de pedir a Dios nos enseñe a amarlo, con ternura, amarlo con pasión, amarlo con locura… como Él` nos pide amarle…
Pedirle la gracia de amarlo tanto, tanto y tanto que el corazón se llene de su Amor, de su paz. Amarle a su gusto, a su forma, a su estilo. Hay que buscarle, salirle al paso… llamarlo en todo momento… que nuestro corazón sea una invitación constante a Jesús a venir, a quedarse, a gustar de nuestra vida, de nuestra alma, de nuestro ser.
Segundo, desde que te levantas hasta que llegue el momento del descanso, vamos gastándonos en el amor.
Te levantas y tu mirada le busque. Tu corazón le busque. Tu voluntad le busque. Es el momento de ofrecerle tu día… en un acto generoso de amor. Todo lo que vas a realizar será un acto generoso de amor a Él, al Dios vivo del Sagrario.
Todo, todo, TODO, hacerlo con derroche de amor, es tu regalo a Dios… es tu mejor regalo para Dios… desde poner tus pies en el piso, al levantarte de la cama… por Él, para Él, con Él… van juntos a vivir este nuevo día, un día que será una aventura de amor.
Un día, que estarás abierta a lo que vendra… para recogerlo y devolvérselo con la envoltura del amor… amor exquisito, amor tierno, amor perfumado por la humildad y la pureza de corazón.
Vas a gastarte amándolo… por eso, no importa lo que hagas, sea pequeño o grande el trabajo, todo lleva tu corazón… con entusiasmo, con gozo, con derroche de santa alegría, con paciencia, con exquisita caridad para con todos.
Siempre dispuesta a perdonar, siempre dispuesta a escuchar, siempre dispuesta a entender, siempre dispuesta a ayudar…por amor a Jesús… porque quieres agradarle… quieres causarle una alegría inmensa cada vez que te mira, que te escucha, que te siente…
Me podrías responder: << Eso está bien, pero si no siento nada, si el amor no se desborda en mí, ¿qué hacer?>> Hijita, pequeña, no es cuestión de sentir sino de desear. Tu deseo debe ser tan y tan intenso que se convierta en fuego… Si, en fuego… Desear amar a Dios con toda el alma…  Así, como podemos desear comer un postre, que de momento no tenemos al  alcance, pero que en la mente se dibuja, y la boca comienza a gustar sin probar aun el postre. Pues así, desear intensamente amarlo apasionadamente… y decirle, oh si, decirle, contarle tu deseo de amarle como Él te ama. Vivir intensamente ese amor a Dios y ese Amor de Dios… del deseo a la acción de amar solo hay una pequeña distanciafácil de conquistar.
Recuerda, que es el mismo Jesús quien nos enseña a amarle… Él viene a nuestro rescate, cuando el alma se da dócilmente a Él, cuando el alma lo busca ardientemente, lo llama con pasión, le suplica venga pronto y la lleve a la conquista de ser poseída por Dios, de poseer a Dios… entonces ya nada ni nadie podrá alejarla de Dios…
Hacerlo todo por amor a Dios… Santa Teresita decía que recoger un alfiler del piso por amor a Dios, se convertía en un acto de amor, en una hermosa oración de amor, glorificando a Dios… porque el corazón se desbordaba en amor a Dios.
Tercero. Buscar a Dios en el prójimo. Dios está escondido en aquel o aquella que esta frente a ti.
Que tiene mal genio, si, será… pero ahí está Jesús. Que me desagrada… puede ser… pero ahí está Jesús. Que es chismoso, mal educado, bueno para nada, soberbio… todo lo que tú quieras… pero ahí está Jesús escondido. Que es una aprovechada, mala hablada, costumbres raras… así es la pobre… pero ahí está Jesús escondido.
¿Qué hacer? Amar a Jesús escondido en esa alma. Servir a Jesús en esa alma. Tener paciencia por amor a Jesús que se encuentra en esa alma…porque Dios está esperando ese gesto, esa aptitud de amor…
¿Y qué hacer si es un delincuente, un demente, una persona de mal? Por amor a Jesús, que está escondido en esa alma, gastarse orando por esa persona, por su conversión, su transformación… Si en un momento, descubrimos que está seriamente en necesidad, sin titubear, sin menospreciar, sin miedo, ayudarle… con santa prudencia… pero ayudarle… porque amamos con locura a Jesús que está en esa alma…
 Por amor a Jesús amamos con locura a esos que se burlan, que quizás, nos maldicen; que nos envidian; que solo desean nuestro mal; a ellos nuestra oración por la salvación de sus almas… ¿Por qué? Porque Jesús está escondido en esas almas… y está esperando nuestra amorosa y generosa respuesta…
Santa Teresita ayudaba a una anciana hermana, en el convento, enferma, y de muy mal humor. Las demás hermanas procuraban estar alejadas de ella por su desagradable humor… Santa Teresita ponía la mirada en Jesús que estaba escondido en su alma… amando a Jesús, le regalaba las más hermosas sonrisas a la hermana anciana colérica… la hermana se sorprendía por causa de ella… llegando a creer que santa Teresita le sonreía a ella… Sin embargo, Santa Teresita, le sonreía a Jesús, que estaba escondido en su alma… Esto hizo que, poco a poco, la hermana anciana, fuera modelando su carácter impaciente y explosivo…
Jesús nos dijo que lo que hiciéramos a un enfermo, a un encarcelado, a un niño a Él se lo hacíamos…
Amamos  a Dios, cuando dejamos que Dios  ame a los demás, a su gusto, a su forma, a su estilo, los ame utilizando nuestro pobre y pequeño corazón…
Para dejarle amar a los demás con nuestro corazón, tenemos que dejarle a Dios que le sonría con nuestra sonrisa, que les abrace con nuestros brazos, que les hable con nuestra voz, que les mire tiernamente con nuestra mirada llena de la ternura de Dios… que le dejemos caminar al lado del necesitado por medio de nosotras… Sí, porque somos la mirada de Dios, la sonrisa de Dios, el abrazo de Dios, la palabra de Dios, la caricia de Dios, el dar de Dios, la presencia de Dios, de su amor para los hermanos…
Cuarto… busquemos a Jesús en Getsemaní; camino al Gólgota y en la cima del Calvario.
 Fijar la atención, la mirada en el Cristo doliente, en el Cristo que te ha amado tanto y tanto que se ha entregado voluntariamente en manos de sus enemigos, de sus verdugos, por ti…
Jesús lo ha dado todo por rescatarte… por liberarte… por devolverte al Corazón del Padre… por abrir las puertas del Paraíso para ti…
Buscarlo en el Huerto de Getsemaní… allí… contempla su soledad, abandonado, las tentaciones a las que fue sometido por el enemigo de las almas; su oración al Padre; su llanto y su sudor de sangre; sus miedos y su corazón encendido en el fuego del Amor, Amor al Padre Eterno, Amor a las almas… amor a ti…
Mirar como tembló su cuerpo al ver los acontecimientos, no solo de la pasión a vivir en breves momentos, sino tan bien,  la historia de la humanidad hasta la consumación de los tiempos… descubriendo ese Sagrado Corazón, tan amoroso, que se no da como alimento y bebida para sostén de las almas,  fortaleciéndolas para la eternidad. Jesús contempla como su sangre preciosa, sería inútil para muchas almas, que prefiriendo voluntariamente el pecado, perderian la vida eterna. 
Detén tu mirada, por unos minutos, contemplando  ese sagrado cuerpo flagelado despiadadamente;  ese rostro lleno de salivazos, de golpes. Mirad esa adorable y sagrada cabeza coronada con espinas; espinas que entran y salen rompiendo y destrozando la piel… hiriendo los ojos…
Tu mirada clavada en el Cristo del Amor, que por tu amor, se ha dejado clavar en la cima del Calvario…
Tu corazón sea el refugio del Cristo del Calvario. Tu corazón sea el lugar preferido del Cristo abandonado y dejado en la cima del Calvario. Tu corazón se desborde en atenciones, en caricias, en delicadezas con el Cristo del Calvario… Tu Corazón, cubra de hinojos, a Quien le consume la sed de amor, ahí, en el Calvario…
Quinto. Ahora, tus pasos se acerquen al Sagrario… a la Eucaristía… descubre ese Corazón tan amoroso, que se da como alimento y bebida para sostener tu alma, para vitalizar tu alma, para llenarla de sí mismo, para tu propia salvación eterna. Dios siempre pensando en ti, en tu bienestar…en tu felicidad… felicidad que consiste en darse a ti, plenamente, porque Dios es la felicidad misma.
Quiero recordarte y animarte a vivir la Santa Misa. Vívela intensamente, a su gusto… Vive cada sacramento con verdadera devoción y necesidad.
Búscalo en el Sagrario. No dejes de buscarlo en el Sagrario… acude como enamorada a la cita del amado… Conviértete en su consuelo, en su confidente, en su amiga intima.
Te confieso que para mí, en el Sagrario, Jesús vive su Getsemaní… el abandono de los suyos, la soledad que le acompaña día y noche. Es cierto, que los ángeles no lo dejan solo, pero Jesús se ha quedado por  sus hermanos… por ti… para ser accesible a ellos, a ti… para vivir un cálido encuentro con sus hermanos, contigo… sin embargo sus hermanos lo han olvidado, lo han abandonado… Compadécete de Jesús, del Dulce Huésped del Sagrario… compadécete de su sed y hambre del amor de sus hermanos… date a Él, a su gusto… date en amor… date en servicio…date como enamorada se da al amado… sin nada a cambio… solo que Jesús este contento…
Sea tu corazón un sagrario vivo, donde Jesús, pueda quedarse a gusto. Sea tu corazón un hermoso y cálido sagrario, donde Jesús tenga sus delicias… No tardes… Jesús te espera… para vivir, para sentir el calor de ese sagrario vivo de tu corazón… Ahí, en lo intimo de tu corazón, amale, con los detalles de quien quiere borrar el desamor de los hermanos… amale, porque Él, te ha amado primero…
Sexto.  Sigue los consejos evangélicos. Estudia y descubre  a Jesús en su Sagrada Palabra… Disfruta leyéndola, saboreándola, meditándola y guardándola en tu corazón.
La Sagrada Biblia es un tesoro olvidado por muchos. Ahí, está el camino a la felicidad en esta vida y en la otra.
Te recomiendo leer los salmos en voz alta… leerlos con el corazón desbordándose en amor…
Séptimo. Busca a Jesús como amigo. No te canse de hablarle. No te canses de contarle tus cosas. Es cierto que Él sabe todo sobre ti, pero también es cierto, hijita, que Él desea escucharte, decirle, verte a sus pies, hablándole, haciéndole partícipe de tus cosas.
Háblale como si lo vieras. Háblale convencida plenamente que te mira, que te escucha con atención. Nunca dudes de su interés y su Amor por ti. Él desea ayudarte siempre, siempre…
Hija, todo esto lo hacemos desde y con nuestra madre celestial. Con ella vamos derechitos a Jesús. Con ella alcanzamos entrar en las profundidades del Corazón de Jesús.
Ella y solo Ella nos lleva a Jesús por el camino más corto y más seguro sin desviarnos, ni retrasarnos.
Hasta aquí mis pobres y pequeñas pinceladas… quizás muy extenso la explicación… Ruego a Dios, en algo  te sea de provecho, y también, para aquella alma, que en estos momentos, necesite de estas pinceladas en su camino a Dios.
Dios te bendiga abundantemente con gracias de santidad…
 Desde la Soledad del Sagrario

  

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