domingo, 27 de julio de 2014

Madre, a Tu lado no tendré miedo…porque Tú estás conmigo…



En mi mente hay un pensamiento que persiste provocando una sacudida violenta a mi pobre corazón.

Mis oídos perciben un suave murmullo que hace latir aceleradamente mi pobre corazón,  descontrolándose.

¿Miedo?  Puede ser.  Es una realidad que a todos nos toca de una forma o de otra… pero está ahí… entre sombras… a la espera de salir a la luz en un momento cualquiera… Es una realidad, ya hay muchos hermanos viviéndola en diferentes partes del mundo… verlos, nos toca sensiblemente, llenando el alma de un dolor indecible…

¿Pero nosotros? ¿Pero yo?... La pregunta es ¿Cómo la vamos a recibir?  ¿Cómo vamos a responder? ¿Cuál será nuestra pronta respuesta? ¿Vacilar en la fe? ¿Refugiarnos en el torbellino del miedo? ¿Cómo será nuestra respuesta inmediata??  ¿Salir corriendo hacia la apostasía??

Y ahí está… es una voz cálida, tierna, invitante… es una pregunta que hace… es una realidad que expresa… es un deseo que implora respuestas afirmativas… obras de compasión… obras de lealtad… obras de amor… ¿Qué puedo hacer?

Hoy, me he sentido atraída por esta voz, por esta pregunta… voz que no oigo… voz que si entiendo… voz que siento que se refiere a mí… pero también a todos… ¿Qué hacer?

En la cumbre de una edad en decadencia… en la cumbre de una vida gastada en el caminar hacia la eternidad… viene a mí como un rayo de luz, como una invitación, como un llamado… esta verdad que hace temblar a no más de uno… a millares de almas cristianas…

Es como sentir su mirada tierna, sumamente tierna, su rostro bondadoso, sentir su voz anhelante de una entrega total, de una entrega sin miedos, sin obstáculos, sin demora. Sentir que el alma debe dar un salto audaz a su Voluntad Divina si fuera ese su querer.

Me sumerjo en mi interior… contemplándome para preguntarme, si estaré preparada para dar mi pequeño Fíat a esa invitación divina… a ese “cara a cara con el Amor de mi vida”…

Es  una pregunta evangélica… que Jesús hace a dos de sus apóstoles… pero también es la misma pregunta que resuena como eco en mi interior…

Una voz suave tierna, sin escuchar nada, me pregunta a mí… “"¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?"… Yo escucho  <¿quieres  beber la copa que yo voy a beber?> La copa del martirio… el bautismo de sangre… la consumación de las bodas del alma en la fe más heroica vivida en estos tiempos…

¿Sería capaz? ¿Sería capaz de amar así? ¿No es aquí, donde sabemos verdaderamente, si estamos amando de verdad a Dios? Si estamos en una vida coherente a Cristo, pisando sus huellas, saboreando sus enseñanzas, alimentándonos de sus consejos, viviendo acorde a sus deseos… a una entrega plena…al Dios que sea ha dado sin reservas…

No es un sonido ensordecedor, una bala o balas que entran al cuerpo y acaban con él… No… no esa así… No es una puñalada que deliberadamente y a traición puede quebrantar la vida del cuerpo… No, no es así… Hoy en día, es ensañarse en tormentos crueles contra los cristianos… Pero, ¿acaso no es al estilo de los verdugos de Cristo?… había olvidado ese detalle… sí… es verdad… los verdugos de hoy,  se miran en el espejo de  los verdugos del ayer, porque el enemigo es el mismo… no cambia su estilo…no cambia su estrategia… siempre ataca de la misma forma… destilando odio…destilando envidia… destilando venganza…siempre es igual…la violencia se ensaña, se oscurece la razón, se endurece y embotan los sentidos, se debilita la voluntad… porque sus instrumentos se alimenta del pecado…de la violencia… del odio…del pan diario que les concede el malvado de las almas.  

A mi mente vienen las palabras sagradas… <Nos tienen por  bastardos, se aparta de nuestros caminos como de impurezas, proclama dichosa la suerte final de los justos y se ufana de tener a Dios por padre.>… y siguen diciendo…<Veamos si sus palabras son verdaderas, examinemos lo que pasara en su tránsito> Luego dice…<Pues si el justo es hijo de Dios, él le asistirá y le librara de las manos de sus enemigos.>

Aquí viene la parte más comprensible del actuar de los verdugos… <Sometámosle al ultraje y al tormento, para conocer su temple y probar su entereza.>
 Los verdugos son instrumentos del enemigo de las almas… ciegos y endurecidos por la maldad y el pecado se deja manipular por el enemigo que le susurra al oído como actuar, como atormentar, cediendo a sus objetivos sin pensar en las consecuencias.

El amor… el Amor… ¿hasta dónde llega  el grado en el termómetro de la vida?... creo, mi Jesús, que para poder dar la medida de los que dócilmente van veloz al encuentro del Cáliz, bebiéndolo hasta el final, antes hay que ir poco a poquito muriendo a todo para vivir sumergidos a Tu Voluntad, sumergidos a la caridad, a la compasión, sirviéndote a Ti, en la medida que servimos al prójimo… Pero, ¿qué digo?, si solo elevando el corazón y suplicando el bautismo de fuego divino, permitirá poseer no solo la medida del martirio, sino la medida   del Amor hasta las  últimas consecuencias…porque Tu no le niegas nada a un alma que se humilla ante Tu presencia, suplicándote con humildad y pureza de intención vuestra incondicional ayuda divina…

Sí, mi Jesús, el alma solamente quiere; solamente busca; solamente desea; solamente vive… para lo que Voz quiere… El alma pide solo vivir abismada en vuestro corazón, en vuestra voluntad, en vuestro Amor… lo demás se alcanzara con Tu ayuda, porque Tú no abandonas a Tus hijos, regalando los dones del Espíritu Santo, mas necesarios,  para ese bautismo de sangre para   Tus elegidos…

Dios solo Dios…Madre… en tus manos me encuentro… bajo tu manto me refugio… como Tú, madre mía, voy al encuentro, el que sea, como sea, cuando sea, donde sea… solo el Amor de Dios nos llene a capacidad, hasta rebosar en la medida, que Dios nos concede a cada uno, en esta vida… porque Dios vale la pena. Nada que temer… si Tú estás conmigo, Madre mía

Desde la Soledad del Sagrario


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